Transición energética y justicia territorial frente a la fragmentación de nuestra comunidad: Entrevista a Sonia Ramos

La reconocida activista chilena, Sonia Ramos, habla sobre la extracción de litio del Salar de Atacama. Destaca los profundos cambios que la minería está trayendo a este ecosistema único, al territorio y a la ‘cosmovisión’ indígena que interconecta la naturaleza, las personas y los elementos.

Article, 17 April 2024
Head and shoulders photo of Sonia Ramos.

Sonia Ramos es una renombrada activista ambiental en Chile. Junto con Amelia Mamami, caminó 1574 kilometros desde San Pedro de Atacama hasta Santiago de Chile en defensa de los Géiseres del Tatio

En una entrevista el pasado noviembre, Sonia nos explicaba que:

“El precio [de la transición energética] lo estamos pagando nosotros, nuestro territorio … Porque Europa u otros países van a tener un autoeléctrico, no van a emitir supuestamente emisión de carbono … Nosotros no estamos emitiendo carbono ni estamos perjudicando el planeta, nosotros hemos sobrevivido milenariamente. protegiendo esta naturaleza desértica. Chile no emite más del 3 % de la totalidad del planeta, pero somos nosotros los que pagamos las consecuencias de otros. Eso ya lo llamo injusticia territorial.” 

P: ¿Cuál es su opinión respecto del reparto de beneficios que realizan las empresas que operan en el Salar de Atacama?

SR: Está muy bien que el dinero fluya hacia la región, pero ¿a qué precio? el precio es la pérdida de la conexión con el territorio y con la naturaleza, la fragmentación social de las comunidades. 

Así entra todo un cuento de cambios de visión o de cosmovisión a nuestro territorio. Nosotros somos un todo, una totalidad, no somos fragmentación desde nuestra cosmovisión. Estoy hablando de la naturaleza y para nosotros la naturaleza representa un bien común hacia todos, no hacia una individualidad personal o comunidad. Entender esto cuesta mucho, este lenguaje que yo estoy hablando es dificiil de poder transmitirlo cuando el lenguaje dominante es la economía, pero economía ¿para quién? No para nosotros. 

Lo que ocurre es una transformación individualista de lo comunitario en personas en particular. Un convenio o contrato implica un mundo externo, ahí entran asesores, abogados, ingenieros, entran todos, un mundo muy especial que se relaciona con cada comunidad individualmente. Eso vuelve al territorio aún más complejo y difícil de defender o tratar de proteger, especialmente para los que trabajamos y entendemos la naturaleza desde la visión ancestral que nos han entregado milenariamente en forma oratoria nuestros abuelos, tatarabuelos. Esta historia viene de forma oral porque la historia oficial no está escrita por nosotros, está escrita por el poder. 

P: ¿Cómo impactan esta fragmentación en las comunidades? 

SR: Esta fragmentación nos lleva a una gran división. Estamos los que somos locos por defender la naturaleza y los que son de esta era moderna, del sistema que nos han impuesto, que es el sistema occidental, la globalización y todo este aparataje que otros conocen mucho mejor que nosotros. El precio lo estamos pagando nosotros como un todo, nuestro territorio. 

El territorio en este momento, frente a esta fragmentación, está haciendo su propia resistencia. Resistimos frente a no perderlo todo. No queremos ser emigrantes en el futuro, tener que irnos por el temor de quedarnos sin agua. Porque ustedes saben que somos un desierto árido. Los estudios de medio ambiente hacen un diagnóstico bastante negativo o pesimista para el Salar de Atacama. La cuenca está siendo intervenida en su totalidad, no solamente una cuenca. El salar significa una totalidad de cuenca y ahí viene la gran disputa de conocimiento.

Fragmentamos el territorio, a las personas, el medio ambiente, y también fragmentamos el tiempo. El sistema occidental dice que no se está interviniendo la vida futura, sino que se está interviniendo el presente con la explotación y exportación del litio. Esa visión la tienen las comunidades en este minuto en su relación con las empresas que operan en el Salar de Atacama, con el convenio que tienen con el Albemarle, con los beneficios que entrega Sociedad Química y Minera de Chile. 

Así llegamos a un mundo de frustración, de poca salud mental. Que se convierte en un gasto futuro para el Estado en temas de salud. Yo siempre digo, cuando los Estados no consideran la memoria ancestral, los impactos son sociales, ambientales y culturales. Los impactos que se generan tienen un costo. Pero el Estado no tiene capacidades para hacer un seguimiento.

A sign with the words "El desierto como cuerpo herido"

Un cartel en San Pedro de Atacama. (Crédito: Lorenzo Cotula)

P: ¿Cuál es su visión de lo que sucede en el ecosistema del Salar de Atacama?

SR: Mientras sucede esta fragmentación, se están secando los salares y el futuro. Menor caudal de agua en el salar de Punta Negra. Acá en San Pedro Atacama ya vemos una merma del agua, el agua subterránea por lo menos, que es fundamental para hacer un oasis como el que tenemos aquí. Se tiene que mantener una irrigación subterránea y gracias a ella nosotros tenemos árboles. Podríamos tener más perales, pero los perales no tienen una raíz tan profunda como, por ejemplo, el algarrobo que sí puede sobrevivir más tiempo, porque él tiene raíces muy profundas, donde llega la napa. En cambio, el peral ya va disminuyendo con la merma de agua.

Frente a esta fragmentación de la naturaleza del hombre, de la visión del hombre, vemos la paradoja que la intervención del Salar está repercutiendo en todo, en la totalidad, no solamente como habla la ley indígena en una u otra comunidad que puede negociar con una empresa. El desierto necesita irrigación, no es tierra estéril, es tierra que se puede ocupar para la agricultura según nuestra cultura. 

Para nuestra cosmovisión el agua une. El agua es la que expande esa conciencia de un pueblo del desierto, el pueblo Lickanantay, porque para nosotros el agua no es una fórmula, no es H2O, en nuestra lengua el Kunza es "puri". Se trata de agua en un contexto de irrigación de madre, de que es un ser del cual nosotros, a través de ese ser, extendemos nuestra vida. 

P: Frente a este contexto, ¿cómo ve el futuro, su futuro, el futuro de su comunidad y del Salar de Atacama?

SR: Sería genial poder compartir con empresas o especialistas en el tema, para dar a conocer que también aquí se ha trabajado por un desarrollo. No solo en lo inmediato; la diferencia es cómo lo hacemos mirando hacia el futuro, entendiendo claramente en este tiempo la capacidad de confiabilidad de nuestro territorio. Así opera lo ancestral en el desierto. Se construye no solo para nuestra generación, se realiza también pensando en la futura generación. Ese es el legado ancestral que manejamos desde nuestra memoria genética.

Hoy en la actualidad con el Salar de Atacama no es posible ver esa visión. Todo es referente a un cambio de matriz energética para el presente de otros continentes sin tener la capacidad de velar por el futuro de territorios ancestrales. El territorio responde a esa realidad con fragmentación, cambio climático local, y merma de agua; tanto los ríos atmosféricos como las fuentes de agua subterráneas y las lluvias han disminuido. 

Aquí todo está relacionado ya que se trata de ecosistemas muy frágiles. Son nuestros 3 mundos. El de arriba. El intermedio o humano. El de abajo o infra. Estos 3 mundos se relacionan y conforman todo un ecosistema del desierto.


Esta entrevista forma parte de una serie sobre minerales críticos, desarrollada a través de una colaboración entre el IIED y la Universidad de Valparaíso (proyecto Fondecyt 11220095).